20080326

CALDAS DE REIS-PADRÓN

Isidro nos contó sus penalidades en el frente de Teruel

Una de las numerosas iglesias que bordean la ruta

Haciendo camino

Monumento a Camilo José Cela en Padrón

Monumento a Rosalía de Castro frente a la iglesia de Santiago de Padrón

Ante la casa donde vivió Rosalía de Castro



Pedrón, piedra en donde se ató la barca que trajo al Apostol Santiago.




30 de agosto, jueves: (Caldas de Reis – Padrón)


De buena mañana comenta Miguel que le han desaparecido unos zapatos muy apreciados que llevaba puestos anoche, le indicamos todos que deshaga el equipaje porque es fácil que los lleve en cualquier rincón y no se haya dado cuenta, no quiere hacerlo porque dice que ya lo ha mirado, parece molesto. Desayunamos y comenzamos a caminar.
Salimos por la hermosa calle Real y atravesamos el Ponte Bermaña hasta el valle del mismo nombre. La etapa de hoy es bonita, sin grandes dificultades, alternándose subidas y bajadas que producen algo de cansancio.

Miguel se ha ido a Padrón con el coche y Antonio y Paco López se adelantan como casi siempre porque caminan deprisa. Julián, Paco Calatayud y yo nos rezagamos andando despacio, disfrutando del paisaje entre bosques de leyenda, riachuelos, sendas, barro, y charlando con la gente sobre los incendios y lo poco mantenido que está el bosque. Paramos un rato con Isidro, un lugareño de noventa años que, azada en ristre, anda buscando peregrinos de Teruel porque, nos cuenta, hizo allí la Guerra Civil.

Pasamos Lavandeira, Santa Maria de Carracedo y O Pino. En este último lugar con mucha atención porque, se indica en algunas guías, que el dueño de un bar suele hacer la gracia de pintar flechas amarillas en dirección a su negocio sacando a los peregrinos del Camino. Se atraviesa la autopista por un paso elevado y, de nuevo, bosque profundo donde se escucha gemir a los árboles. Es tan tupida la vegetación que algunos árboles se entrecruzan, y al moverlos el viento, se rozan y producen sonidos que parecen gemidos, lo que daría un cierto "yuyu" por la noche. Cerca se oye el río Valga con antiguos molinos.

Se continúa por buenos caminos de tierra pasando por los lugares de Cimadevila, Fontenlo y Condide, de nuevo carretera y el puente sobre el río Ulla que nos lleva al Campo de la Feria, al final está el Paseo del Espolón donde nos recibe una estatua de Camilo José Cela, en el otro extremo del paseo la iglesia de Santiago de Padrón y a la izquierda, cruzando el puente romano sobre el río Sar, el majestuoso convento del Carmen, construido entre 1717 y 1757 en un promontorio por los Carmelitas Descalzos, y junto al convento el albergue, ubicado en un edificio de piedra rehabilitado que resulta confortable y funcional.

Tras las labores rutinarias de ducha, colada, etc., marchamos a comer algo a un bar cercano y Paco López y Antonio, que han llegado antes, nos dan algún detalle de su breve charla con Miguel en la que les dice que abandona el grupo. Le llamo yo por si me quiere comentar algo más, pero continúa pensando que los zapatos (que ya ha encontrado en el fondo de su bolso) se los ha ocultado alguien de nosotros y lo considera un abuso de confianza, por lo que se ha ubicado ya en el Monte do Gozo, en Santiago, y continuará el Camino él solo, una jornada por delante de nosotros.

Después de comer caminamos por el pueblo hasta llegar, en las afueras, a la casa donde vivió Rosalía de Castro, visitando los jardines y las estancias. De regreso al pueblo, compramos lo necesario para la cena (pimientos del lugar también, por supuesto) y visitamos la iglesia de Santiago de Padrón, curiosa porque no tiene cúpula y muy austera, neoclásica con púlpito gótico, donde se conserva el Pedrón, piedra donde se amarró la barca que traía el cuerpo de Santiago el Mayor desde Jaffa (Palestina) por sus dos discípulos Teodoro y Atanasio.

Regresamos al albergue y preparamos la cena con otros peregrinos que ya conocíamos de días anteriores: Una pareja de Cuenca y otra de Madrid. A las 22,oo h. se monta un pequeño revuelo porque unos extranjeros que se habían instalado en la habitación de minusválidos, que está junto al comedor, querían que nos calláramos cuando hasta las 23,oo h. no “se toca silencio” . Tras un forcejeo dialéctico, que en algún momento llegó a echar chispas, continuamos cenando tranquilamente y al catre.

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