20080327

CAMINA Y REVIENTA

Amanecer en Fisterra

Monumento al emigrante en Fisterra

Los menús de "Casa Manolo" en Santiago son descomunales




       La Compostela
        La Muxiada

           La Fisterra











MUXIA -FISTERRA

Etapa agotadora pero preciosa
Vegetación formidable
Casi siempre rodeados de verde
Y el mar apareciendo de vez en cuando


Cenando en Fisterra




4 de septiembre, martes: (Muxia – Fisterra)

          Salimos totalmente de noche, sin desayunar porque está todo cerrado, tampoco hay nadie por la calle y nos equivocamos de dirección. No sería la única vez porque vamos a hacer la etapa en sentido contrario y la señalización la encontraremos al revés. Regresamos a Muxia tras caminar un buen trecho sin ver indicaciones y ya encontramos gente a quien preguntar y un bar abierto donde desayunar y abastecernos. Se nos ha hecho un poco tarde para iniciar una etapa tan larga y montañosa.

          Por fin nos ponemos en marcha tras un “combate” a bastonazos con un par de perros, pequeñajos pero folloneros, que habían acudido a despedirnos escandalosamente. Bordeamos el mar, que parece una inmensa piscina, absolutamente tranquilo y nos adentramos en el monte, cruzándonos con algunas familias que parece están de excursión. Al poco, en un cruce, surge la duda porque está señalizado para los que vienen de Finisterre. Decidimos y nos equivocamos, lo que nos cuesta varios kilómetros de subidas y bajadas por carretera, desde Vilela pasando por Viseo hasta llegar a Guisamonde donde retomamos el Camino. En una aldea nos dicen que acaba de pasar un peregrino que, por los datos, se trata de Julián que iba delante y con el que no podíamos contactar por teléfono por falta de cobertura. Por suerte se ha equivocado en el mismo cruce que nosotros y nos reagrupamos cuando lo encontramos felizmente tumbado a la vera de la carretera observando el mar con los prismáticos.

         Unos kilómetros más adelante, en Frixe, toca repostar: bocata de chorizo, cómo no, con un par de Estrellas de Galicia y cafetín. Allí la tabernera nos dice que un poco más adelante hay que descalzarse y cruzar el río con el agua hasta las rodillas, y para evitarlo nos da una ruta alternativa para llegar a Lires por Pontenova y Porcar, haciéndonos un sencillo croquis. En la nueva ruta también hay cruces de caminos sin señalizar, así que nos perdemos otra vez y hacemos unos cuantos kilómetros extras hasta volver al Camino en Lires. Hemos recorrido sólo la mitad del trayecto y ya son las tres de la tarde, pero vamos a comenzar la parte más suave y más bonita de la etapa, andando siempre entre frondosos bosques de altísimos pinos con el suelo cubierto de tupidos helechos y el mar apareciendo intermitentemente a nuestra derecha. A pesar del espléndido paisaje este último tramo se hace muy pesado. Ya hemos agotado el muesly, las galletas, el agua, el aquarius, ….., tengo los pies ardiendo pero no me atrevo a quitarme las botas por si no me las puedo volver a poner.

         Por fin llegamos a Finisterre, pero hasta el albergue quedan todavía dos kilómetros por asfalto que se hacen interminables. ¡Cómo no! , el albergue está completo. Repetición de la jugada de ayer en Muxia. La hospitalera, amablemente, nos ofrece colchonetas para que nos acomodemos, pero decidimos irnos a un modesto hotel a descansar de verdad que la jornada ha sido la más dura de todas con diferencia. Ya recogida la “Fisterra”, ubicados en el hotel y bien duchaditos, a cenar empanada y unas estupendas sardinas que parecen tiburones de lo grandes que son, una agradable charla, un paseo (yo cojeando) y luego una copa en un pub con los amigos portugueses, que aún tuvieron arrestos para irse caminando hasta el faro, casi 4 km., a ver el mar del fin del mundo. Nosotros a la piltra.

OLVEIROA-MUXIA

Nos rodean los eucaliptos calcinados

Un tranquilo rincón


Las energéticas moras de zarza

Por entre los bosques de eucaliptos

Aireando las ampollas

Uno de los hórreos mas grandes de Galicia en San Martiño de Ozón

Iglesia dentro del cementerio en San Martiño de Ozón
Vista de Muxía

Playa de Muxía




3 de septiembre, lunes: (Olveiroa – Muxia)




Tras desayunar en “As Pias” salimos de Olveiroa subiendo por el Monte do Sino con vistas al río Xallas y al embalse de Castrelo-Olveiroa, pasando junto a un espectacular parque eólico. Tras cruzar el río Logoso llegamos a Hospital donde se bifurca el Camino a Fisterra y a Muxia. Hemos decidido ir primero a Muxia porque desde Fisterra hay mejor combinación de autobuses para regresar a Santiago.
Los hermanos López que, como casi siempre, se han adelantado nos esperan en Dumbría donde almorzamos largamente en la terraza de un bar-supermercado. Continuamos por pistas forestales sin asfaltar, ¡¡POR FIN!!, y entre bosques de eucaliptos. Algunos, calcinados en incendios del año pasado, están rebrotando. Precisamente sobre el mediodía, detectamos una columna de humo a poco menos de un kilómetro, de un incendio que acababa de iniciarse y Julián llama al servicio de emergencias. A los 20 minutos aparece un helicóptero que se dedica a extinguirlo.También en una casa a las afueras de una aldea, hay que avisar a una mujer para que apague otro fuego en la parte del garaje del que no se había percatado. Nos damos cuenta que la gente es bastante descuidada y tolerante con el asunto del fuego.

Llegamos a San Martiño de Ozón encontrándonos con uno de los más grandes hórreos de Galicia: 21 pares de pies. También iglesia románica en el cementerio, como manda la tradición celta. Continuamos aproximándonos al mar y a nuestra derecha va apareciendo la ría de Camariñas y enfrente el pueblo del mismo nombre, hace una tarde espléndida, luminosa, que aumenta la grandiosidad del paisaje. Nos detenemos a hablar con un hombre mayor, que está sentado a la puerta de su casa, sobre el chapapote y la contaminación que el Prestige trajo a la zona, y nos explica que aquel entorno lo pudieron proteger quedando la mayor parte del problema en Muxia.

Desde lo alto del monte las vistas sobre Muxia son limpias. Se ha construido el pueblo de espaldas al mar, al abrigo de la ría donde está el puerto y mirando al monte, es pequeño y típicamente marinero. El sendero desciende hasta la playa de la ría, justo enfrente del pueblo, a unos mil metros, y la tentación de meter los pies en agua fría es muy fuerte y, por supuesto, no la resistimos. El agua está helada y es una bendición para mitigar un poco las ampollas que tengo en ambos pies.
El último tramo discurre sobre una pasarela de madera kilométrica sobre la arena que nos lleva a la entrada del pueblo. Llegamos al albergue y ¡¡SORPRESA!! No veníamos casi nadie y está lleno. Más de un turista está utilizando los albergues estratégicos para su provecho.

Vamos a la oficina de turismo a quejarnos y a recoger la “Muxiada”. Nos atienden muy amablemente ofreciéndonos dormir en el pabellón o recomendándonos una pensión. Sobre la queja surge el típico problema de competencias: el albergue es de la Xunta y la oficina de turismo es del ayuntamiento, así que ajo y agua.

Elegimos “Casa Petón”, la pensión que nos han recomendado, donde animamos el cuerpo con un vino “turbio” y, después de una estupenda ducha, a tomar una mejor cena en “El Cordobés”, un sótano agradable donde nos sirven buena y abundante comida. El tiempo ha sido espléndido durante el día pero ahora hace un viento fortísimo y los pies están para poca cosa, por lo tanto a dormir en una inmensa cama que me ha tocado en suerte que mañana quedan muchos kilómetros por andar. El Santuario de la Virgen de Barca lo visitaremos cuando vengamos en coche en otra ocasión.

NEGREIRA-OLVEIROA

También sirve como sombrilla

El cansancio se refleja en el rostro

Las babosas, asiduas compañeras de viaje en los bosques gallegos

Estirando las piernas
Ayudando a Sara a transportar su mochila

Sonrisa de agradecimiento a los porteadores. Al fondo embalse de A Fervenza

Cenando en "As Pias" y copa con los amigos portugueses



2 de septiembre, domingo: (Negreira – Olveiroa)



Nos levantamos temprano, lo que provoca un gran enfado en la chica alemana que se acostó muy tarde “observando la luna” y quería seguir durmiendo. Aprovechando que tenemos baño en la propia habitación adelantamos la salida.

Está a punto de amanecer y no hay donde desayunar en bastantes kilómetros, por lo que hay que recurrir a las barritas energéticas. Nos desviamos para encontrar un bar donde tomar algo y regresamos al Camino por carretera. Caminamos por zona de altiplano que permite vistas preciosas sobre las tierras de la comarca de Xallas, dejando atrás núcleos rurales llenos de conjuntos de hórreos de lo más variado, como Camiño Real, Rapote Vilase, Cornado, ….. hasta llegar a As Maroñas. Julián y Paco López se han adelantado y ya no los veremos hasta la comida: bocatas y cerveza. No hay otra cosa. Una chica australiana con la que compartimos mesa ve desmejorado a Paco Calatayud y trata de que se alimente ofreciéndole su comida, pero los bocatas de chorizo gallego y unas cuantas “estrellas” hacen milagros. Reemprendemos el camino y hay que ayudar a Sara, una chica inglesa que hemos conocido también durante la comida, a transportar la mochila durante un tramo porque está desfallecida.

Caminamos ya siempre por asfalto por las riberas del río Xallas, atravesando las tierras de Ponte Olveira y Dumbria. Desde el monte Aro la ruta nos muestra a la derecha el imponente embalse de A Fervenza, unos kilómetros más y estamos en Olveiroa.

El albergue, considerado una de las tres joyas de los albergues gallegos junto con el de Ribadiso y Redondela, está repartido entre las casas restauradas de una aldea a las afueras. Nos dan también la habitación adaptada para minusválidos que tiene un baño enorme y cinco camas, quedándose con nosotros Sara.

Tras las labores habituales de aseo y colada nos vamos a cenar a un hotel rural próximo, “As Pias”, donde hemos encargado un cocido gallego que nos quita todas las fatigas del día. Lo degustamos viendo ganar al Real Madrid 5-0 al Villarreal, por lo que todavía nos sienta mejor. Luego unas copas y risas variadas con los amigos portugueses que conocimos en Negreira y a dormir profundamente.

SANTIAGO-NEGREIRA

Camino de Negreira

Rio Tambre

Un pazo

Cruzando el puente
Ponte Maceira


Desde el otro lado

Caminando por la comarca de A Barcala

Sobremesa tras la cena con el grupo de portugueses que conocimos en "Onoso Lar" de Negreira




1 de septiembre, sábado: (Santiago – Negreira)


Nos levantamos tarde porque ayer nos demoramos en ir a dormir. Son las diez de la mañana y nos acompaña Antonio, que hoy se marcha para casa, hasta el Hostal de los Reyes Católicos, desde donde se inicia la prolongación del Camino a Fisterra y Muxia por Rua das Hortas hasta la Robreda de San Lorenzo.

Como los hermanos López, que vienen desde el albergue de San Lázaro, se retrasan y son rápidos caminantes, Paco y yo iniciamos la marcha un poco antes esperando que nos contacten enseguida. Trascurren varias horas hasta que nos alcanzan y vamos alejándonos de Santiago por un trazado semiurbano primero y por aldeas, campo y bosque después. De nuevo mucho asfalto. Almorzamos consistentemente en un bar y retomamos la marcha por carretera. Tras un km en bajada se llega a la aldea de Augapesada que conserva un pequeño puente medieval en desuso, y desde aquí comienza la ascensión del Alto del Mar de Ovellas: ¡Vaya ascensión! 2 km y pico de subida inclinadísima. Tan acentuado es el desnivel, que cada 50 metros más o menos hay un banco para los que precisen descanso durante la subida. En este tramo nos dan alcance Paco y Julián López, llegando juntos a lo alto donde hay una buena fuente de agua potable para reponerse del esfuerzo.

Atravesamos alguna aldea mas degustando las típicas manzanas que algunos lugareños dejan en cestas junto al sendero para uso de los peregrinos, y llegamos a Ponte Maceira, hermoso núcleo medieval de casas y molino restaurado a ambos lados del rio Tambre, comunicadas por un puente gótico de tres arcos, el más importante de este Camino, construido en el s.XIV y nudo de comunicación entre Santiago y las tierras de Finisterre durante siglos.

A partir de aquí comienza la comarca de A Barcala encontrando, por fin, la hermosa vaca gallega que hemos echado de menos hasta ahora. Eso si: vacas igual a moscas, así que manotazo va y viene.

Llegamos a Negreira, población de origen medieval que hay que atravesar completamente para arribar al albergue situado al otro extremo, en las afueras del pueblo. Es pequeño y está lleno, así que nos ubicamos en unas tiendas de campaña tipo militar que hay montadas alrededor del edificio, aunque más tarde hablamos con la hospitalera que nos ofrece la habitación de minusválidos, que tiene cuatro camas y cuarto de baño, si no llega nadie con derecho a utilizarla. También nos indica donde cenar bien por un precio módico: “Onoso Lar”. Tomamos un estupendo bacalao con un buen ribeiro y compartimos sobremesa con un grupo de portugueses divertidos y agradables, buena gente.

Después de la caminata de hoy, la cena y unos cuantos chupitos, apetece irse a descansar. Julián decide quedarse en la tienda de campaña y su sitio en la habitación lo ocupa una joven alemana que esperemos lleve tapones para los oidos si quiere dormir .

PADRÓN-SANTIAGO

Cementerio de Adina en Iria Flavia

Tumba de Camilo José Cela Trulock

Un descanso siempre sienta bien

Llegada a Santiago

Columna que simboliza el árbol de Jesé, popularmente llamada el "Santo dos Croques", o de los chichones

Arca de plata con los restos del Apostol

Copa en Casa das Grechas

En el mismo sitio. Lo mejor de la foto el fondo

La catedral por la noche




31 de agosto, viernes: (Padrón – Santiago)

Hoy sí salimos temprano. Tras desayunar en un bar atravesamos Padrón y llegamos a Iria Flavia a 2 km, donde se encuentra la antiquísima colegiata de Santa María y, rodeándola, el cementerio de Adina con la tumba del premio Nóbel Camilo José Cela Trulock al pie de un olivo. Continuamos hasta encontrarnos con una vieja amiga: la carretera N-550. Pero pronto tomamos la pista del camino medieval que nos lleva de aldea en aldea: Romarís, Rua, Cambelas, Anteportas….., el Camino entre Padrón y Compostela siempre ha sido de ida y vuelta, Camino Portugués y Ruta Rosaliana, itinerario muy sentido por los que lo recorren y por los que lo habitan. Arribamos al barroco santuario mariano de A Esclavitude (s.XVII-XVIII) con su fuente milagrosa. Desde aquí el Camino discurre entre bosques y parras, atraviesa la vía del ferrocarril y poco después se llega a un enclave evocador con un pequeño puente medieval y un cruceiro gótico, se trata de Rua de Francos. Pasamos junto a los muros de un mito del Camino Portugués: El Castro Lupario (abandonado y lleno de maleza) desde donde la malvada reina Lupa de la leyenda jacobea acechaba el paso de los peregrinos.

Tras darle un rato de descanso a los pies, cruzamos por un aserradero y caminamos en zig-zag entre casas de nueva construcción, ya no hay aldeas y se nota que estamos cerca de Compostela. Aparecemos en un alto desde donde se ve Santiago, nos encontramos en Agro dos Monteiros. En vez de bajar a la carretera, lo que nos haría llegar enseguida a la ciudad, el Camino continúa la vieja ruta medieval alargándose hasta el barrio de A Choupana llegando a la calle Rosalía de Castro, donde paramos a degustar una fresquísima “Estrella de Galicia” con unos sabrosos cacahuetes.

Nos dividimos ya que los hermanos López deciden hospedarse en el albergue de San Lázaro y Antonio, Paco y yo en el hotelito que estuvimos el año pasado junto a la catedral. Pasamos por la Oficina del Peregrino a recoger la Compostela, nos situamos en la habitación y Antonio gestiona su desplazamiento a Alicante por que, al no tener el apoyo del coche de Miguel para dejar la mochila, prefiere no forzarse cargando un peso excesivo por la angioplastia reciente.

Hemos quedado todos a cenar en Casa Manolo y, mientras llega la hora, Paco y yo visitamos la catedral y la tumba del Apóstol. Después de la abundante cena, tomamos una copa en Casa das Grechas, un lugar característico donde se suele tocar música celta en vivo, aunque esta noche no, así que nos quedamos con las ganas. Luego un paseo por la plaza del Obradoiro, con exhibición de la tuna incluida. También por la calle Franco admirando los escaparates de los restaurantes con esos enormes costillares de ternera gallega, y un rato de agradable charla con un café y música de piano en directo en el Casino, precioso lugar que se conserva en esencia como era en 1871, según se observa en una foto de la época.

Antonio se había ido a dormir un poco antes, y pudimos apreciar que tiene un sueño profundo cuando despertamos a medio hotel aporreando la puerta de la habitación para que nos abriera.

20080326

CALDAS DE REIS-PADRÓN

Isidro nos contó sus penalidades en el frente de Teruel

Una de las numerosas iglesias que bordean la ruta

Haciendo camino

Monumento a Camilo José Cela en Padrón

Monumento a Rosalía de Castro frente a la iglesia de Santiago de Padrón

Ante la casa donde vivió Rosalía de Castro



Pedrón, piedra en donde se ató la barca que trajo al Apostol Santiago.




30 de agosto, jueves: (Caldas de Reis – Padrón)


De buena mañana comenta Miguel que le han desaparecido unos zapatos muy apreciados que llevaba puestos anoche, le indicamos todos que deshaga el equipaje porque es fácil que los lleve en cualquier rincón y no se haya dado cuenta, no quiere hacerlo porque dice que ya lo ha mirado, parece molesto. Desayunamos y comenzamos a caminar.
Salimos por la hermosa calle Real y atravesamos el Ponte Bermaña hasta el valle del mismo nombre. La etapa de hoy es bonita, sin grandes dificultades, alternándose subidas y bajadas que producen algo de cansancio.

Miguel se ha ido a Padrón con el coche y Antonio y Paco López se adelantan como casi siempre porque caminan deprisa. Julián, Paco Calatayud y yo nos rezagamos andando despacio, disfrutando del paisaje entre bosques de leyenda, riachuelos, sendas, barro, y charlando con la gente sobre los incendios y lo poco mantenido que está el bosque. Paramos un rato con Isidro, un lugareño de noventa años que, azada en ristre, anda buscando peregrinos de Teruel porque, nos cuenta, hizo allí la Guerra Civil.

Pasamos Lavandeira, Santa Maria de Carracedo y O Pino. En este último lugar con mucha atención porque, se indica en algunas guías, que el dueño de un bar suele hacer la gracia de pintar flechas amarillas en dirección a su negocio sacando a los peregrinos del Camino. Se atraviesa la autopista por un paso elevado y, de nuevo, bosque profundo donde se escucha gemir a los árboles. Es tan tupida la vegetación que algunos árboles se entrecruzan, y al moverlos el viento, se rozan y producen sonidos que parecen gemidos, lo que daría un cierto "yuyu" por la noche. Cerca se oye el río Valga con antiguos molinos.

Se continúa por buenos caminos de tierra pasando por los lugares de Cimadevila, Fontenlo y Condide, de nuevo carretera y el puente sobre el río Ulla que nos lleva al Campo de la Feria, al final está el Paseo del Espolón donde nos recibe una estatua de Camilo José Cela, en el otro extremo del paseo la iglesia de Santiago de Padrón y a la izquierda, cruzando el puente romano sobre el río Sar, el majestuoso convento del Carmen, construido entre 1717 y 1757 en un promontorio por los Carmelitas Descalzos, y junto al convento el albergue, ubicado en un edificio de piedra rehabilitado que resulta confortable y funcional.

Tras las labores rutinarias de ducha, colada, etc., marchamos a comer algo a un bar cercano y Paco López y Antonio, que han llegado antes, nos dan algún detalle de su breve charla con Miguel en la que les dice que abandona el grupo. Le llamo yo por si me quiere comentar algo más, pero continúa pensando que los zapatos (que ya ha encontrado en el fondo de su bolso) se los ha ocultado alguien de nosotros y lo considera un abuso de confianza, por lo que se ha ubicado ya en el Monte do Gozo, en Santiago, y continuará el Camino él solo, una jornada por delante de nosotros.

Después de comer caminamos por el pueblo hasta llegar, en las afueras, a la casa donde vivió Rosalía de Castro, visitando los jardines y las estancias. De regreso al pueblo, compramos lo necesario para la cena (pimientos del lugar también, por supuesto) y visitamos la iglesia de Santiago de Padrón, curiosa porque no tiene cúpula y muy austera, neoclásica con púlpito gótico, donde se conserva el Pedrón, piedra donde se amarró la barca que traía el cuerpo de Santiago el Mayor desde Jaffa (Palestina) por sus dos discípulos Teodoro y Atanasio.

Regresamos al albergue y preparamos la cena con otros peregrinos que ya conocíamos de días anteriores: Una pareja de Cuenca y otra de Madrid. A las 22,oo h. se monta un pequeño revuelo porque unos extranjeros que se habían instalado en la habitación de minusválidos, que está junto al comedor, querían que nos calláramos cuando hasta las 23,oo h. no “se toca silencio” . Tras un forcejeo dialéctico, que en algún momento llegó a echar chispas, continuamos cenando tranquilamente y al catre.